martes, 2 de octubre de 2012

Suplementos: nunca en niños sanos y menos como sustituto de comidas

Un abuso de estos complementos puede ser un factor de riesgo más de sufrir obesidad, ya que suelen contener un gran número de calorías, que, sumadas a su dieta habitual, favorecen un aumento de peso. Los suplementos vitamínicos no deberían darse a niños sanos ni mucho menos utilizarlos como sustitutos de comidas básicas como el desayuno y la merienda, algo que, según los expertos consultados por CF, hacen con frecuencia los padres de niños malcomedores. A falta de un estudio nacional que avale estas conclusiones, la experiencia clínica está demostrando que, dado que este tipo de compuestos incluyen un gran aporte calórico, su abuso podría derivar en un problema más grave: la obesidad. La toma de este tipo de complejos vitamínicos "ha de reducirse a niños con síndrome de intestino corto, con malformación congénita o peritonitis o bien problemas de absorción", asevera Ana Martínez, de la Asociación de Pediatras de Atención Primaria de Andalucía. En casos de desnutrición la toma también podría reportar beneficios. Sin ir más lejos, un estudio publicado en el último número de Plos One sugiere que, pese a tener poco efecto en el peso de los niños, sí lo tendría en la talla. Científicos de la Universidad de Gante, en Bélgica, analizaron el efecto de una dosis diaria de un complemento vitamínico en bebés de seis meses y observaron también cómo la toma aumentaba la hemoglobina, así como una disminución de los episodios de diarrea y fiebre. INDICACIÓN DEL FACULTATIVO El uso de suplementos debe hacerse con unas indicaciones precisas y no de manera indiscriminada y es que "existe en el mercado una oferta creciente de este tipo de complejos, siendo pocos los estudios sometidos a una metodología rigurosa", denuncia Begoña Arias, jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Sanitas La Zarzuela, de Madrid. Dicha situación, continúa, "está provocando que sean usados ampliamente en población pediátrica, muchas veces sin justificación". En el caso de que los padres sospechen de un estado carencial en sus hijos, "nunca deben recurrir a la automedicación con complementos", apunta Aquilino García, vocal nacional de Alimentación, sino que "deben consultar al especialista para valorar el estado nutricional y que éste sea quien haga la pauta si realmente lo necesitan". La preocupación de los padres al comprobar que sus hijos no comen o que sólo ingieren lo que les gusta les conduce a recurrir a estos nutrientes, "que llegan a sustituir incluso comidas esenciales como la merienda o el desayuno", indica Rosa Lama, experta en Endocrinología y Nutrición Infantil del Centro D-Medical, de Madrid. Pero, ¿cuáles serían los riesgos de esta ingesta? En primer lugar, "la mayoría de estos complementos suponen un aporte extra de calorías, lo que favorece claramente la obesidad", advierte Martínez. Es más, "este aporte extra provoca un desequilibrio entre la cantidad de proteínas, grasas e hidratos de carbono que favorece la enfermedad", explica Arias. Y si a esto se añade que la dieta de los niños de 1 a 3 años es deficitaria la situación se complica, apuntan los expertos. En esta etapa, el 71 por ciento consume más calorías de las recomendadas diariamente y el 92, más del 200 de proteínas. La leche es la principal fuente de proteínas en un 29 por ciento de los pequeños, según datos del estudio Alsalma, de Almirón, realizado en 200 padres y pediatras. Además, el exceso de calcio que también suelen contener estos complejos "puede provocar problemas renales relacionados con cálculos", advierte Arias. Otro peligro es que "se acostumbran a tomar algo sin sentirlo, no lo paladean (suele ser en formato de batido) y al final no aprenden a comer y toman calorías sin control", añade Martínez. DIETA SALUDABLE Por lo general, en las situaciones en las que el niño esté sano y con una dieta variada, siguiendo las recomendaciones de la pirámide alimenticia, no es preciso suplementar la dieta con ninguna vitamina. Por ejemplo, las adolescentes precisan altos niveles de hierro después de la menstruación, que no es preciso complementar si tienen una dieta normal y un gasto calórico regular. Valoración del estado nutricional El estado nutricional se evalúa recibiendo datos de la historia clínica con investigación de la ingesta de nutrientes, valorando por la exploración física el aspecto nutricional del niño y con medidas antropométricas (crecimiento, índice de masa corporal, espeso del pliegue cutáneo, etc.). "El mejor indicador del estado nutricional es el crecimiento del niño", apunta Begoña Arias, del Hospital Sanitas La Zarzuela, de Madrid. La medida continua de la ganancia de peso y la velocidad de crecimiento mediante las curvas normalizadas "sigue siendo la herramienta más útil para evaluar los cambios en el estado nutricional", añade.

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