domingo, 25 de julio de 2010

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CARTA A MI DIABETES por INAKI LORENTE Qué caprichoso es el tiempo y con cuanta facilidad se escurre para hacer de lo inmediato un recuerdo… Un recuerdo cada vez más lejano, al que se percibe desde otras ópticas, con la distancia y la lejanía del “camino que ya llevo recorrido”. Sólo el tiempo es testigo de tantos cambios. Hace más de 30 años, cuando todavía acariciaba una adolescencia llena de hermosas promesas, llegaste a mi vida en primavera. Te instalaste en mi cuerpo sin permiso ni invitación previa. Metafóricamente “floreciste” en mi, aunque en realidad fuiste como un tsunami arrasando mi existencia, arrastrando miedos y tormentas, rabias y mares embravecidos, depresiones y cielos muy oscuros que jamás había visto. Todo esto con la frustración asertiva de saber que nada volvería a ser como antes. Por ti, fui vulnerable en muchos momentos. Me equivoqué, me seguí equivocando, experimenté, sentí, lloré una y mil veces, me agotaste y enfadaste revelándome contra todos los condicionantes, normas y preceptos que pretendían imponerme. “¿Por qué a mi?” Era la pregunta gastada que me hacía a mí misma mirando hacia el infinito, y sin encontrar una respuesta a tanta “injusticia Divina”. Pero, aunque no lo veamos, “el sol siempre está”… y después de la noche más oscura siempre llega el amanecer más luminoso. Mi amanecer llegó en manos de la EDUCACIÓN DIABETOLÓGICA, cuando me permití mirar desde mi piel hacia adentro, cuando me dejé ayudar por personas profesionales y también por mis iguales, que estaban allí para darme las herramientas que necesitaba para seguir adelante, que estaban allí para arrancar de mis entrañas la ignorancia que me esclavizaba a la enfermedad, y no me dejaba ver. Fue entonces, y sólo entonces, cuando contigo entendí “descubriendo” que solamente YO PUEDO ocuparme de mi vida… que nadie más lo hará ni podrá hacerlo por mi… y que nuestra convivencia se basa en un “aprender haciendo” pues solamente cuando me implico puedo comprender lo que está sucediendo y accionar correctamente. Finalmente, te adopté como un “camino”, y comencé a preguntarme –¿“Para qué a mi? … y este simple cambio de preposición ante el interrogante modificó para siempre mi nuevo horizonte. Por primera vez pude entender que para algo habías llegado a mi vida. Sigo aprendiendo junto a ti. La educación siempre continúa, no puede detenerse. De este modo me permites accionar en mí, gestionar mis propios controles, y además interaccionar con la sociedad que me rodea, sensibilizándome con la esencia y el padecimiento de la enfermedad crónica que representas, y que afecta a millones de personas en el mundo. HOY SIGO SOÑANDO, y me prohíbo dejar de hacerlo. HOY GRACIAS A TI, SOY LA QUE SOY, una mujer imperfecta, madre y esposa feliz, experta en diabetes sin carrera en medicina y protagonista de mi propia vida, donde la opción es siempre elegir el mejor camino que, indefectiblemente, está “lleno de hermosas promesas”. Facebook | club madres diabeticos Notas

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